¿No la conocéis? Aquí os la dejo, ilustrada por uno de los grandes, Benjamin Lacombe.
También éste era uno de los cuentos favoritos de una invitada muy especial: Igel. Igel ha sido la mejor amiga de Ota desde que compartían sacapuntas en el cole así que hacer algo especial y personalizado era muy fácil.
De momento, Ota eligió un precioso sillón que lacó haciendo aguas de azul mentalizado para dar el aspecto más fantástico...
¿Y cómo arranca esta silla con historia?
¡Pues como el propio libro! Con una enredadera de flores donde flirtean estas preciosas mariposas de Lacombe. Las florecitas están hechas con resina. A Ota le encanta mezclar el papel con otras texturas o elementos.
El cierre del 'libro sillón' consistió en una dedicatoria, al más puro estilo editorial, y otro de los dibujos más metafóricos del cuento.
El sillón quedó de fábula en la habitación de Igel, inspirada en el antiguo Japón.
Un lugar desde el que mirar por la ventana... e imaginar.



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