No hace falta billete de avión para viajar hasta él.
A veces sólo es necesario coger la dirección adecuada.
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| Estampilla del siglo VI. Nunca supe usar los números romanos. |
A veces sólo es necesario un café con leche (algunos dicen que ha de tener espuma), música de fondo y una galleta pequeña. ¡Lo de la galleta sí es fundamental! Y ZAS, ya estás allí.
Otras veces te sentirás formar parte de él cuando grites a los cuatro vientos (aunque el viento venga del ventilador): Plis, plas, ni lo ves ni lo verás... A mí esto en concreto me apetece decirlo la mayor parte del tiempo, sobre todo a la gente gris.
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| No da aire pero airea mi cabeza agitando todas las palabras de mi cabezota. |
Lo de las onomatopeyas, como veréis, es bastante importante. También los juegos. Si no tienes uno de mesa pues te lo inventas... Todo menos fruncir el ceño.
Por cierto, esto es una Rayuela. Porque El Mundo de Ota está siempre en construcción, entre otras cosas, y es mejor transitarlo a saltos. ¡Alehop!
A veces es suficiente con comer algo dulce, por poner un punto de color (a la foto o a la tripota) a cualquier situación: un broche animando a un vestido tristón, un post-it pegado en el ordenador de casa cuando llegas del trabajo, un pingüino dentro de la nevera dándote el parte del tiempo... ¡Ea! Ya estás allí.
En el Mundo de Ota el tiempo pasa suave.
También pasa a Tic-tacs
O a golpe de CLIC (como los de estas fotos).
Es muy fácil sentir que has llegado a él entre cuentos.
Y más cuentos.
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| El cuento de la izquierda, El árbol rojo; el de la derecha, Princesas. |
O cuando estás con gente variopinta, especial, luminosa... Te abren un mundo de posibilidades creativas, mejor que cualquier agencia de publicidad. He dicho.
Es un Mundo de cosas bonitas, de detalles, de encanto, de mimos, de "te invito a un café" o a "una siesta".
Es un Mundo de palabras. De papel
...
De puntos suspensivos también.
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| Modelo 'Los amantes mariposa', un encargo especial |
De palabras en sillas, versos en mesillas, verbos en sinfoniers... de Muebles con Historia.
Y no la de Napoléon, no. Historias o cuentos de toda la vida, o los de la tuya, para que todos los rincones de tu casa tengan algo que contar.










